FELICITACIÓN DE PASCUA DEL SUPERIOR GENERAL DE LOS ROGACIONISTAS, P. BRUNO RAMPAZZO
¡La Pascua y la Paz de Jesús!
A los Rogacionistas
A la Familia del Rogate
Queridos,
He pensado oportuno comenzar esta felicitación pascual con el saludo de Jesús que desea la paz a sus discípulos; una primera y una segunda vez, lo hace mientras está a punto de enviarlos, lo hace mostrando las heridas en sus manos y costado.
No podemos dejar de pensar en la paz, desear la paz, implorar al Señor que nos dé la paz, mientras cada día nos abruman las atroces imágenes de la guerra, tanto en Ucrania como en Tierra Santa de Jesús, y en tantas otras partes del mundo.
No parecía cierto, después de las guerras que ensangrentaron la primera mitad del siglo pasado, que este siglo nuestro pudiera finalmente elegir vivir en paz. Pero hoy muchos de nuestros hermanos y hermanas viven y, podríamos decir, sobreviven en muchos conflictos más o menos conocidos u olvidados en el mundo.
Existe el temor de que estas guerras se extiendan, especialmente las más cercanas a nosotros, pero no hacemos todo lo posible e imposible para ponerles fin, poniendo obviamente el primer interés en la seguridad de nuestras propias fronteras.
Si reflexionamos, esta protección de las fronteras se ha visto superada por la pandemia que ha golpeado a casi todas partes, donde más y donde menos y, desde todas partes del mundo, tras un momento inicial de desconcierto general, se han unido fuerzas, Nos preguntamos ¿por qué no está ocurriendo esto hoy para promover la paz? Nos preguntamos ¿hasta cuándo continuará esta masacre de inocentes?
Jesús fue anunciado por los ángeles, en su nacimiento, como el que vino a darnos la paz. Si acogemos a Jesús entramos en la paz, si vivimos con Jesús nos convertimos en «beatos pacificadores», constructores de paz.
La paz, por lo tanto, no sólo interpela a los gobiernos de las naciones y de los pueblos, sino que nos concierne a cada uno de nosotros, como cristianos, como miembros de la Familia del Rogate.
El XIII Capítulo General nos llamó a reavivar la Vida Religiosa Rogacionista hoy en unidad, colaboración y coordinación. Son siete palabras que recordamos con razón, fruto de un laborioso estudio y discernimiento, llenas de significado.
Cuando nos detenemos en estas reflexiones, tememos ser vistos como idealistas, como personas que piensan, mientras la vida cotidiana nos enfrenta continuamente con dificultades que afrontar, con problemas que a veces parecen insuperables, con cuestiones críticas de todo tipo en las que a veces parece que fracasamos, que perdemos la esperanza.
¿Qué significa, en esta realidad concreta de la vida, más parecida a una guerra, vivir la Vida Religiosa Rogacionista?
No puedo encontrar otra respuesta que esta: vivir como habría vivido hoy, en nuestras situaciones y dificultades, san Aníbal María Di Francia. Pensándolo bien, nuestra Regla de Vida no hace más que tratar de traducir en nuestra vida cotidiana y práctica el ejemplo que nos dejó nuestro santo Fundador. Se refutará que esto no es posible para nosotros y que los tiempos han cambiado. Pero los hermanos más cercanos a nosotros, como el Siervo de Dios, P. Giuseppe Aveni, el venerable, P. Giuseppe Marrazzo, y tantos otros hermanos y hermanas que nos han dejado testimonios ejemplares, no pensaron así.
En estos años, el Señor nos ofrece oportunidades especiales para renovar espiritualmente nuestra vida religiosa. En este Año de Oración el Papa Francisco nos invita a prepararnos para entrar renovados en el Jubileo y, al mismo tiempo, conmemoramos el 200 aniversario de la canonización de san Aníbal
Como Familia del Rogate hemos sido invitados a caminar hacia un Año particular de San Aníbal, en el 100 aniversario de su bendito tránsito, en 2027. Hay, pues, en algunas de nuestras circunscripciones, otros aniversarios que es bueno conmemorar, porque de este modo estamos redescubriendo el sentido misionero en nuestro camino en la Iglesia,
Ahora, mientras tenemos el deber de renovar nuestra vida religiosa rogacionista, estamos llamados a hacer todo esto en unidad, colaboración y coordinación.
Desde hace algunos años, nuestra Familia Religiosa ha optado justamente por implementar la descentralización, favoreciendo el crecimiento de las diversas Circunscripciones, con la debida autonomía. En los últimos años, mientras esta descentralización en algunas áreas geográficas se está llevando a cabo cada vez más, sentimos la necesidad de «caminar juntos», como se nos recordó oportunamente en el último Capítulo General.
Esto significa que cada uno de nosotros debe tomar conciencia de que somos al mismo tiempo miembros de una comunidad religiosa, de una circunscripción, de una congregación, y deseo subrayar la palabra «una». Este vivo sentido de pertenencia debe permitirnos sentirnos «en casa» en cada una de las más de 100 casas de la Congregación, sentirnos a gusto en fraternidad con todos nuestros hermanos y, asimismo, con las Hermanas Hijas del Divino Celo y los miembros de la Familia del Rogate.
Sabemos que estos hermosísimos ideales nuestros deben ser llevados a una realidad concreta, en la que no faltan dificultades, por muchas razones, como la interculturalidad, las diferencias de edad, los problemas económicos y estructurales, la insuficiencia, a veces, del número de religiosos con respecto a las obras de apostolado, el cansancio y un cierto sentimiento de desconfianza que a menudo aflora.
Jesús, una vez más, vino a darnos su paz y, con este precioso bagaje, a ir con él, tras él: Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo
Encomiendo este deseo a la intercesión de la Virgen Santísima y de san José, su esposo, de san Aníbal y de nuestros santos patronos, mientras os saludo a todos con afecto en el Señor.
P. Bruno Rampazzo, RCJ. Sup. Gen.
Roma, 19 de marzo de 2024 – Solemnidad de San José