Las «zapatillas» que desde Burela sacan a los menores de la calle

Cerca de 40 niños y adolescentes aprenden rutinas y hábitos saludables en los centros de protección San AníbalAníbal de Burela

¿Qué hace un niño de 14 años solo en casa a las dos de la mañana o uno de 10 vagando toda la tarde por la calle? Y si a nadie se le ocurre regalarle las llaves de un coche a uno de 8, ¿por qué se le pone entre las manos una tableta que le abre ante los ojos un mundo de violencia, sexo o drogas que no tiene capacidad de entender? Estas son algunas de las reflexiones que surgen en la conversación con el equipo directivo del centro de protección de menores San Aníbal de Burela, una institución que nació en el 2002 de la mano de la congregación Hijas del Divino Celo-Rogacionistas, y cuyos servicios ayudan hoy en día a cerca de 40 niños y adolescentes «escolarizados y totalmente normalizados», pero cuyas familias atraviesan dificultades muy importantes debido a motivos económicos, laborales o de comportamiento.

«Inténtase que sexa algo temporal para que as familias poidan reconducir a situación que os levou a estar en risco e reorganizar a súa vida dunha maneira máis beneficiosa para todos», expone Antonio Castro, coordinador del hogar residencial, que señala que las mayores carencias que sufren estos chavales no suelen ser materiales, de ropa, comida o juguetes, por ejemplo, sino de unos métodos de crianza adecuados. «Muchas veces no hacen falta tantos discursos sino más presencia», completa el gerente del centro, Jesús Iglesias.

 

Meriendas y deberes

Veintisiete de estos chavales proceden de distintos puntos de A Mariña y cada tarde acuden al centro de día, donde aprenden a normalizar rutinas, horarios, pautas, hábitos saludables a nivel escolar o de higiene. Y siempre en zapatillas por iniciativa de las religiosas. Cada pequeño deja los zapatos y calza las suyas cuando llega. «Es una especie de acogida, para que se sientan a gusto. Todos van a dormir a su casa, pero aquí están cómodos», expone Lucía Fernández, educadora social y coordinadora.

«Creo que agora xa non se lle pode botar a culpa do que pasa á crise económica», indica Castro. Una opinión que comparte la directora del centro, la religiosa Martina Sendino, que subraya que el servicio es voluntario y siempre busca la implicación de las familias.

En el San Aníbal algunos críos comen y se duchan, y todos hacen los deberes, meriendan, juegan… Que se centren en los estudios es vital, como reconocía días atrás João (nombre ficticio), un adolescente castigado a hacer copias de frases de lengua durante horas tras ser expulsado del centro de enseñanza al que acude. «Prefiero estar en el colegio a hacer copias, no vuelvo a portarme mal», bromeó. Un menor acogido, premio de la ESO a la superación personal

Hace días, Alfredo Fernández Ortiz, alumno del CPR Plurilingüe Nosa Señora do Pilar de Foz el curso pasado, y tutelado por el Centro San Aníbal de Burela, recibió uno de los premios de la ESO al esfuerzo y a la superación personal. Y su caso no es único, puesto que, al igual que ocurre en el centro de día, en la casa de acogida en la que residen ahora once menores en situación de tutela o guarda de la Xunta, el apartado académico es vital. De lunes a viernes los adolescentes llevan «una vida de estudio y trabajo, y puntualmente actividades». El fin de semana van a cenar fuera, al cine, de viaje…, siempre en alternativas de ocio acompañado. «Para que cuando salgan del centro tengan unas herramientas y unos recursos que les permitan cambiar la situación», afirma su gerente, Jesús Iglesias. Veinte educadores, pedagogos, maestros, trabajadores y psicopedagogos, además de cuatro monjas rogacionistas, trabajan en el San Aníbal, que dispone además de dos apartamentos para acoger a familias con niños en situación de riesgo, generalmente monoparentales (madre o padre).

 

«Sobreocupación»

La dirección destaca que de unos años a esta parte siempre están «en sobreocupación». «Hay una demanda alta, mucha necesidad de plazas», explica Iglesias, que indica que en el centro de día hay concertadas 18 plazas (atiende 27 niños) y en el hogar 8. Como vicepresidente de la Asociación Galega de Centros de Menores señala que en Galicia hay anualmente unos 2.100 menores bajo custodia de la Xunta. De ellos, unos 1.000 están en familias de acogida, 300 en centros de día, y entre 700 y 800 en centros residenciales.

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